La Iliada

Resulta extraño en una industria tan dominada por las historias de superhéroes y demás fantasía que una editorial de cierto prestigio se plantee siquiera abordar un proyecto como trasladar al comic las obras homéricas, especialmente en el caso de La Ilíada; que evidentemente tiene una mayor densidad que la Odisea por tener una gran cantidad de tramas secundarias y ser una obra mucho más coral. Es incluso más sorprendente que dicho proyecto no acabe siendo una mala versión de la película “Troya” de Wolfang Petersen, que ya de por sí tiene poco que ver con el relato homérico aparte de un hilo argumental común.

El caso de esta serie de comics, ocho en total, resulta desigual en el logro de llevar a cabo dicha misión. Cumple de manera brillante en ciertas cosas, tiene tibios logros en otras y fracasa estrepitosamente en otras tantas.

Por una parte tenemos el tono y estilo de la narración, que nos acerca a los clásicos del género de la narración épica, con un lenguaje grandilocuente y poderoso que es realmente adecuado al tema que trata la obra. Además, tiene la gran virtud de introducir a los propios dioses en la narración incluso siendo en muchos casos más protagonistas aún que los propios héroes. Dada la época en la que se escribió la obra y los propios sucesos que en esta se narran resulta en realidad lo más adecuado pues eran precisamente los dioses los auténticos artífices del destino, siendo los hombres poco más que juguetes en sus manos.

Hasta aquí los aciertos de la narración, pues algunas de sus virtudes y la propia dificultad de la obra que abordan se vuelve en su contra. Por una parte la narración resulta en bastantes momentos realmente caótica, pasando de una escena a la siguiente sin fluir y dando más la impresión de fotos fijas que de momentos puntuales de una narración continua. Deja al lector con la sensación de tener por única misión pasar las páginas del comic para llegar cuanto antes a la contraportada de cada número, sin que en ningún momento se sienta dentro de la historia. Además añaden a esto un glosario de términos, muy de agradecer, pero que en la mayor parte de los casos resultan perfectamente conocidos para cualquier persona mayor de 10 años como puedan ser, y estoy citando solo dos términos de un número al azar, “cima” y “generoso”. Esto último está muy bien para un chaval de 7 años que no sepa lo que significa “cima”, pero es que no acabo de imaginarme a un amante de la narrativa homérica de esa edad.

Para terminar con la parte de la narración, decir que si bien la obra queda perfectamente expuesta en el comic, es trasladada de un modo excesivamente mecánica, sin aportar nada a lo ya logrado por el propio Homero. Igual que uno esperaría algo nuevo de una película basada en un comic, ya que el usar imagen en movimiento y sonido permite aportar cosas que el lenguaje del comic no es capaz de alcanzar, habría sido de agradecer que la inclusión de imágenes sirviera para algo más que dar un fondo bonito a las letras que componen las frases.

La grandilocuencia del relato hubiera permitido que el dibujante pudiera mostrarnos la gravedad, tamaño y fuerza de una guerra entre dioses y una guerra que enfrenta a buena parte del mundo conocido, al menos en los tiempos homéricos. Sin embargo las grandes batallas se resuelven por saturación de personajes en las viñetas y los emocionantes combates singulares con una viñeta exactamente igual a las que la rodean, solo que con menos personajes dibujados. Incluso los grandes personajes, y aquí me permito citar al gran Robert E Howard, “De grandes alegrías y grandes tristezas” parecen meros muñecos de guiñol pasando de una escena a otra sin llegar jamás a conectar con el espectador. Esto que sigue es un spoiler pero dado que imagino que todo el mundo conoce los hechos de La Ilíada referentes al destino de los hombres que participan en ella me permito el lujo de hacerlo, si alguien quiere saltárselos pasad al párrafo siguiente que ya no hay más en todo el artículo. Aquiles pierde a su amigo o amante, según opiniones de diferentes autores, y Príamo pierde a su primogénito y sin embargo en ninguno de los dos casos sentimos autentica tristeza. Citando en esta ocasión a Stephen King, “Si al morir uno de los personajes principales no sientes nada, es que no he hecho bien mi trabajo”. La realidad es que esa es la situación.

De las ilustraciones podemos decir a favor de estas que resultan de gran espectacularidad monumental y gran preciosismo, con toques de los auténticos clásicos como pueda ser Hal Foster, con lo que aquello que pierden de espectacularidad narrativa como acompañamiento a la narración lo ganan en la parte de atractivo visual. Al menos logran ser un placer para la vista.En resumen, como obra culta no aguantan la comparación con la propia Ilíada y como método de acercamiento a esta resulta más efectivo como repelente de futuros lectores. Si la editasen en tomo al menos quedaría bonito en la estantería de cualquier amante de los comics para callar la boca de los que siguen llamándonos inmaduros.